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viernes, 8 de febrero de 2013

¿Y los papitos y mamitas?



¿Por qué escribir para nuestros hijos?


¿Recuerdas haber leído una carta de amor? Esa sensación, que galopa en tu pecho es indescriptible. Nunca se olvida, esa emoción de leer algo, que ha sido escrito para tí, esas palabras que las sabes tuyas y solo tuyas. Te sientes único, has inspirado esos bellos sentimientos... esas ilusiones.

Pues así se sienten nuestros niños cuando un papito o una mamita ha escrito algo para ellos. Algo inspirado en ese hermoso ser, que te mira con plena confianza, que no duda de tu amor y de tu lealtad. 

Es por esto que el ejercicio de escribir para nuestros hijos, debe formar parte de nuestra vida. Tan solo pensemos en ellos, en sus locuras, en sus gustos, en que,  en ocasiones son tan loquillos como un mono tití, o son tan perezosos como un camaleón al medio día. Pensemos en sus besos, tan dulces como el arequipe y tan pegajosos como una melcocha bajo el sol.  Pensemos en sus deditos, blanditos como un masmelo o en su risa, sincera y plena.

Es fácil dedicar unas líneas a ese ser que es parte de ti. Puedes empezar contándole como el primer encuentro, después de nacer. Cómo te sentías al oler su piel, o como lloraba con un estruendo semejante al de un elefante.

Puedes buscar en tu memoria,  como sonaba esa primera palabra  y hacer, por qué no, una canción silbada. Puedes recordar la caída del primer diente y como el aire entraba cada vez que hablaba. 

Hay tantas formas de decirles te quiero, pero en un cuento o un poema,  perdurarán para siempre las palabras escritas, y cada vez que un niño o una niña lea, sentirá que puede ser ese héroe o heroína,  tendrá una conexión emocional entre su vida, la lectura y la escritura Y lo más importante...Querrá escribir,  para que otros sientan lo hermoso que es ser, una bella InSpIrAcIóN.
  

De: mamá

Para: un niño que ya no es bebé.


Había una vez
Un gato miau.
Que rondaba la casa
Del chico recién llegado.

Un día papi lo trajo,
Escondido
Bajo su brazo.

Así apareció....el travieso gato
Con su cola larga y sus ojos pardos.

El gato
No tenía bigotes,  barba, o  garras.

 Ronroneaba cada tarde
Al escuchar el tan, tan, tan
De papá al llegar.

Nuestro gato nunca se fue de casa,
Y aunque el chico creció
Su gato miau...
Siempre lo acompañó!
:)


1 comentario:

  1. Gracias por tan bello consejo, sobre todo por compartir tus experiencias ��

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